Los inicios del camino de las mujeres metodistas en el Perú

El largo camino de las mujeres metodistas en el Perú

Las mujeres metodistas en el Perú comenzaron a trabajar en grupos conocidos como “ligas femeniles” algunos años después del nacimiento del metodismo en el país. Las primeras en hacerlo, en 1916 según una investigación de Rebeca Luza Salazar , fueron las mujeres de la Iglesia Metodista del Callao, que inició en 1889 la presencia metodista y protestante en el país. Dieron el mismo paso las mujeres de la Primera Iglesia Metodista de Lima en 1921, las de la Iglesia Metodista de Ica en 1928 y las de Huancayo en 1929.

El 15 de febrero de 1930 decidieron organizarse como Sociedad Femenil Nacional, primera organización de las mujeres metodistas en el Perú. Fue durante la conferencia anual de la Iglesia Metodista Episcopal del Perú de ese año. Así quedó registrado en las actas de la “Vigésimo Primera reunión de la Conferencia Anual de la Misionera Andina del Norte del Perú de la Iglesia Metodista Episcopal”:

“Como resultado del movimiento entre las mujeres de nuestras iglesias, se celebraron dos sesiones durante la conferencia. La primera, una especie de conversación, tuvo lugar el 15 de febrero en la tarde. El programa incluyó la presentación de las delegadas y dos discursos a cargo de las señoritas Harlis y Read, y un tema devocional a cargo de la Sra. M. R. de Ribeiro. En esta reunión se organizó definitivamente la Sociedad Nacional Femenil”.

La primera presidenta de esta primera organización nacional de mujeres metodistas en el Perú fue María Rosa de Ribeiro. Agripina de Algorta, Laura de Hauser, Ducelia Woll y Gertrude Hanks la acompañaron en el primer directorio de esta organización, desempeñándose como vicepresidenta, secretaria, prosecretaria y vocal, respectivamente.

El largo camino de las mujeres metodistas en el Perú

Batallas por derechos

Otras mujeres habían dado ya algunas batallas en el país por los derechos de las mujeres. Y la Iglesia Metodista y algunas de sus integrantes habían conquistado también derechos y libertades civiles que contribuyeron a la causa de la igualdad.

Una de las luchas más importantes fue la que se libró por la educación de las mujeres. Hasta fines del siglo XIX las mujeres en Perú apenas tenían permitido estudiar hasta tercer grado de primaria. Mujeres como Elvira García y García, María Jesús Alvarado, Teresa Gonzales de Fanning; entre otras, demandaron educación para las mujeres e irrumpieron con rebeldía y decisión en espacios aún vetados entonces, como los colegios y la universidad, lo que logró abrir puertas.

A este empeño se sumaron también las misioneras educadoras protestantes. Elsie Wood, hija del Reverendo Thomas Wood, fue la primera profesora que impartió clases de gimnasia (Educación Física) para mujeres en el Perú. Lo hizo en 1898 en el Liceo Fanning. El hecho generó polémica entre madres y padres de familia, quienes no consideraban estas clases como convenientes para sus hijas. En 1906 Elsie Wood fundó el colegio para mujeres Lima High School, que hoy lleva como nombre “María Alvarado”.

Los colegios metodistas se sumaron a la apertura de la educación para las mujeres en el Perú al instruir a hombres y mujeres en las mismas materias, desde el primero hasta el último año. Lo hicieron así el colegio Callao High School (hoy “América”) en 1891, el Instituto Andino en Junín en 1913 y la Escuela Anglo-Americana de La Victoria (hoy “América” también) en 1915.

Demandas y quehaceres de las ligas

La Sociedad Femenil Nacional organizó su trabajo a través de departamentos como el de Visitación, Misionero, de Literatura, etc. Recaudaron fondos para aportar a la tesorería de la Iglesia Metodista nacional, para financiar becas y para realizar actividades. A través del Departamento de Visitación llegaron a hospitales, cárceles y a muchos hogares. Elaboraban y vendían o donaban piezas de ropa e implementos litúrgicos para las iglesias.

No se quedaron calladas sobre la situación de las mujeres de todo el país. Por ejemplo, en el informe a la conferencia anual de 1937 se señala que “…se ha iniciado un movimiento a favor del mejoramiento de las condiciones del trabajo de las mujeres en la capital”. Hermelinda Delgado, integrante de las sociedades femeninas de la época, elaboró un informe con datos precisos sobre los sueldos que se pagaban a las mujeres en Lima, constatando las malas condiciones laborales que afrontaban obreras en fábricas y comercios.

En 1963, con motivo de las elecciones generales en Perú, Clotilde Loayza de Hollemweguer, entonces responsable del Departamento de Acción Social de la Federación Femenina Metodista del Perú, envió a todas las integrantes un artículo sobre el voto que explicaba también cómo votar. El texto fue leído en las iglesias y sociedades femeninas. Fue un hecho significativo, pues las mujeres Perú conquistaron su derecho al voto recién en 1955 y ésta era la segunda vez que votaban.

La preocupación por la situación de todas las mujeres del país fue constante. Hacia los años sesenta del siglo pasado, pese a que ya habían incursionado en distintos ámbitos, había brechas educativas notorias, como una altísima tasa de analfabetismo femenino, 51%. Respondiendo a esta demanda social, la Federación Femenina Metodista del Perú dictó clases para alfabetizar a las mujeres de Vitarte (Lima) en 1968.

Contra la violencia

Las mujeres metodistas están atentas a los problemas que afectan a las poblaciones vulnerables. En 1979, cuando la Asamblea Constituyente redactaba una nueva Constitución, pidieron ampliar las garantías constitucionales de niños y niñas frente a la mendicidad, latrocinio, venta, maltratos de los mayores, prostitución y servidumbre, y el máximo rigor de la ley contra los agresores de menores.

Se mantienen en actitud vigilante en casos de violencia contra la mujer y contra estas poblaciones. “Seguiremos vigilantes a que la Iglesia Metodista del Perú proteja los derechos de todos los niños, niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres”, señala Annie Solís, actual presidenta de la Federación Femenina Metodista del Perú, la organización que sigue trabajando por las mujeres metodistas y las de todo el país. El legado de quienes las precedieron acompaña sus pasos.


1 “Vivir la gracia de Dios”, tesis de Maestría en Teología para la Escola Superior de Teologia de Sao Leopoldo, Brasil.