El Obispo de la Iglesia Metodista del Perú, Reverendo César Llanco Zavaleta, reflexiona sobre el significado del tiempo de Cuaresma:
Hablar de Cuaresma suena extraño para algunos y algunas dentro de nuestra Iglesia. Podría parecer una práctica de otra tradición religiosa, pero quisiera decirles, hermanos y hermanas, que en realidad la Cuaresma tiene que ver con los 40 días de preparación para este tiempo tan especial de celebración, que es la Semana Santa. Es el tiempo en que recordamos la entrega de Jesús, pero, sobre todo, recordamos su resurrección.
Estos 40 días están asociados precisamente con los períodos que menciona la Biblia en diferentes momentos: 40 días en el desierto con distintas experiencias del pueblo de Israel y, luego, los 40 días de Jesús en un tiempo de oración, ayuno y preparación.
A partir de ahí, nosotros, como Iglesia, también hemos podido prepararnos de esta manera y sumarnos a esta celebración tan especial. No es algo caprichoso; es algo que tiene un significado profundo. Pero más allá de los tiempos, este período de Cuaresma comenzó el pasado miércoles, llamado Miércoles de Ceniza.
La ceniza también es un símbolo muy importante que aparece en la Biblia y que representa el arrepentimiento, la reflexión y la autoevaluación. Es el reconocimiento en nuestro corazón de que, hasta aquí, quizá no hemos hecho las cosas bien. Refleja el dolor que podemos sentir por aquello en lo que hemos fallado. La ceniza es, entonces, una señal de ese sentir que puede haber en nuestros corazones.
Desde ese punto comenzamos a contar la Cuaresma, este tiempo de preparación. Ahora bien, ¿qué ocurre en este tiempo de Cuaresma? Queremos invitarles, como Iglesia, como hermanos y hermanas, a tener un espacio para revisar nuestro caminar y reflexionar sobre lo que hemos hecho hasta ahora. Así como Jesús, debemos dedicar tiempo a la oración, que no solo nos acerque al Señor, sino también a nuestro prójimo.
Este es un tiempo para ayudar, para dar, porque no se trata solo de abstenerse o privarse de algo, sino, como decía Wesley, de identificarnos con las necesidades de los demás.
Creo que el ayuno del que nos habla el profeta Isaías también está relacionado con la práctica de la justicia, con la atención que podamos brindar a los más necesitados. Que este tiempo de preparación para la Semana Santa sea un período de reflexión, de análisis, de evaluar cómo hemos llevado adelante el Evangelio del Señor, cómo hemos anunciado su Reino. No solo a través de campañas, palabras o anuncios públicos, sino a través de nuestra vida misma, de nuestras acciones y de nuestra práctica cotidiana. Porque de eso se trata anunciar el Evangelio.
Les invito, hermanos y hermanas, a meditar en el pasaje de Isaías, capítulo 58, versículo 6, que, aunque es un texto antiguo, sigue siendo muy significativo y valioso como palabra de Dios hoy. Dice:
«El ayuno que yo quiero es este: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos. Compartir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no despreocuparte de tu hermano».
Esta es palabra del Señor.
Que este mensaje nos acompañe a lo largo de este tiempo de Cuaresma. Celebremos, animémonos y sigamos motivados a caminar por esa ruta, por esa senda que nos mostró el maestro Jesús.
Bendiciones, hermanos y hermanas.
Rev. César Llanco Zavaleta
Obispo de la Iglesia Metodista del Perú