Adorar y predicar aún en medio de pedradas

Iglesia Metodista La Victoria

Las iglesias metodistas de Pueblo Libre y La Victoria celebraron sus aniversarios en la segunda semana de octubre. Cumplieron 71 y 111 años, respectivamente. Las dos están ubicadas en el Distrito Lima – Callao. Y ambas comparten también una historia aún poco conocida de la expansión del protestantismo en el Perú: haber sido víctimas de violentas agresiones al realizar cultos antes que se decretara la libertad de culto -1915- y aún después del cambio que se logró hacer en la Constitución que lo permitió.

Margie Pryor, hija del pastor Iván Henry Northdurft, hizo llegar recientemente a manos de la Iglesia Metodista del Perú una copia de la autobiografía no publicada de su padre, que él escribió contando sus experiencias como misionero estadounidense al trabajar en la obra metodista en nuestro país entre 1946 y 1956. Durante este tiempo estuvo a cargo de distintas congregaciones, ejerció como Superintendente y también fue administrador de la Escuela América de La Victoria (hoy Colegio América de La Victoria).

En el libro de actas de la 45 Conferencia Anual de la Iglesia Metodista en el Perú, realizada en enero del año 1954 se señala, efectivamente, que Iván H. Northdurft fue Superintendente del Distrito de la Costa en el año precedente (1953) y fue nombrado pastor de las iglesias La Florida, Matutito y Magdalena (hoy Pueblo Libre) para el año que recién empezaba. Quien fue el primer pastor de esta iglesia se refirió así a esta obra en su informe como Superintendente: “Todavía este grupo tiene reuniones en una casa particular, pero esta buscando un local propio para ampliar sus servicios. Tiene su Escuela Dominical los domingos y cultos de predicación dos veces al mes”.

Pastor Ivan Nothdurf

La casa a la que se refería era la de la familia Terry, ubicada en la calle entonces llamada Manco Cápac y la obra en Magdalena se había iniciado el año 1953 como una avanzada impulsada por los jóvenes de la Primera Iglesia Metodista de Lima, entre ellos Eduardo Arellano.

En su autobiografía el pastor Northdurft relata cómo la obra fue creciendo, lo que les permitió poco después alquilar un almacén pocas cuadras más allá. Un joven que tenía un taller de máquinas ayudó a fabricar varias bancas y un púlpito.

“La respuesta fue excelente y el joven Sr. Arellano estaba muy dedicado apoyando el programa. El lugar pronto se fue llenando, pese a mi prédica, aún en un imperfecto español”, detalla el pastor en el texto mencionado. Y luego añade su testimonio sobre las agresiones sufridas por los metodistas hasta los primeros años de la segunda mitad del siglo XX, pues el ataque se sitúa en 1954:

“El trabajo iba resultando tan exitoso que en un culto fui golpeado por piedras arrojadas por las ventanas abiertas mientras estaba predicando. Yo continué y creo que el incidente solo trajo una mayor respuesta de la comunidad”, consignó el misionero en su autobiografía.

Tiempo después de este ataque se distribuyeron en la zona volantes en los que se ofrecía bautizos y matrimonios gratuitos en los templos católicos.

A la congregación de la Iglesia Metodista de La Victoria le tocó vivir agresiones similares, años atrás, informó el hermano Fernando Oshige en base a la lectura de la revista Inca Land. En este caso, la iglesia se fundó en 1913 en una casa ubicada en la esquina de las calles 28 de Julio y Santa Teresa (hoy Manco Cápac) y en 1924 se dedicó el templo donde funciona hasta el día de hoy la iglesia, en la esquina de 28 de Julio y Huascarán. Pero la congregación realizaba ya servicios en el local inacabado. Y fue en estas circunstancias cuando, por falta de protección en las ventanas, “los antiprotestantes arrojaban tierra y piedras a los adoradores”.

Pese a estos ataques, los pastores y congregaciones de Pueblo Libre, La Victoria y otras iglesias metodistas que también fueron víctimas de agresiones persistieron por fe en la obra, hasta el día de hoy.

Texto: Mabel Barreto, 15 Octubre 2024