Ana María Miranda:  discapacidad no es incapacidad

Ana María Miranda, discapacidad no es incapacidad

Como cualquier otro profesional, Ana María Miranda desarrolla sus habilidades como ingeniera de sistemas desde una computadora. Atiende su trabajo como integrante del equipo de comunicaciones de la Iglesia Metodista del Perú a la par que las tareas en su iglesia local y el compartir con su familia como cualquiera de nosotros, solo que a ella siempre le toma más esfuerzo porque no camina. Pero ha aprendido que su discapacidad no es una limitación. Si tiene que sacar fotocopias o preparar el templo para el culto en la iglesia se traslada de su silla de ruedas a otro aparato, una trimoto eléctrica, y sale a cumplir la misión.

Aprendió desde niña que todo le cuesta a ella más tiempo, más empeño que a los demás. Y a no rendirse. No se rindió cuando, llegado el momento de educarse, no quisieron recibirla en ningún colegio público de Tacna. “Era algo que les iba a complicar el trabajo a ellos. Le dijeron a mi mamá que yo tenía que ir a un colegio especial, alguien incluso dijo que estaba mal de la mente por querer estudiar. También dijeron que podía causar miedo a los otros niños”. Y esto ocurría en los últimos años del siglo XX! En el año 2000 logró ingresar a un colegio nocturno, donde finalmente estudió.

Su niñez y adolescencia fueron duros por la estigmatización hacia las personas con discapacidad. Cada día enfrentaba preguntas incómodas y miradas de rechazo y compasión. ”Me ayudó mucho para integrarme a la sociedad el aceptarme tal como soy y asumir que puedo alcanzar mis metas. El pilar fundamental que me ayudó a romper barreras fue el amor de Dios. Soy una persona con discapacidad pero también soy una persona plena, amada por Dios. Poco a poco pude romper mis temores”.

Ana María Miranda, discapacidad no es incapacidad

Al terminar el colegio, pese a todas las dificultades, como una crisis de salud que le hizo perder dos años, decidió que iría a la universidad. Sus hermanas mayores, que también afrontan discapacidad, le sugirieron buscar una modalidad que incluyera la posibilidad de estudiar vía Internet. Cuando la universidad Telesup abrió una sede en Tacna, ofreciendo plataformas virtuales de estudio, se matriculó. Como todo, siguió sus estudios universitarios con mucho esfuerzo, insistiendo a los profesores para que respondan sus mensajes electrónicos, saliendo a buscar cabinas de Internet cuando se iba la señal en su casa, con dificultades para desplazarse cuando tenía que hacer trabajos grupales o cuando debía ir a la universidad, lejana a su domicilio, una vez al mes. Pero logró terminar su carrera.

En la Iglesia Metodista de Tacna tiene varias responsabilidades. Asumió éstas una vez que maduró en la fe, aproximadamente hace 8 años. “Ocurrió esto en el 2015…también ese año me apasioné más por la obra de Dios y por alabarle con la música, nació mi pasión por tocar piano eléctrico y sin darme cuenta perdí el miedo a cantar. Gracias a Dios!”.

Sin pensar en límites, Ana María es hoy una profesional en busca de una mayor especialización en su carrera. Ha viajado varias veces fuera de Tacna a encuentros juveniles y de mujeres de la iglesia. Colabora en la Asociación de Discapacitados “Estamos contigo”. Actualmente también integra la Junta General de Ministerio de la IMP. Y quiere cumplir sus sueños: ayudar sus padres, desarrollarse más en el ministerio de la alabanza y ayudar a las personas con discapacidad más necesitadas, “para hacer que se cumplan nuestros derechos”.

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