
(Marcos 12:38-44)
En el Paladino, en el Pedagogium, (escuela de los pajes que entraban al servicio del emperador) del palacio de Nerón, se descubrió una curiosa “pintura”, que actualmente se conserva en Roma, en el museo Krichner.
Por la pintura se sabe que en esa escuela había entrado un alumno llamado Alexameno, que era cristiano. Sus compañeros, para burlarse de él dibujaron en la pared un crucificado con cabeza de asno. ¿Se imaginan tal dibujo? A un costado, escribieron con letras muy toscas “Alexameno adora a su dios”. ¿Qué les parece?.
Sospechamos que cualquier muchacho frente a un dibujo que hace burla de su dios se hubiera sentido muy mal. Sin embargo, lo que llama la atención de esta historia es que este joven Alexameno, muy valiente y con la frente en alto, escribió como respuesta a un costado del dibujo y la frase de sus compañeros: “¡Alexameno fiel!”.
Es probable que ustedes al escuchar este relato estén pensando que hablaremos de cómo hoy en día los cristianos y cristianas podemos ser motivo de burla de la sociedad, o de nuestros amigos y vecinos. Y que no debemos hacerles caso y mantenernos firmes en nuestra fe, no dejándonos amilanar por las cosas que digan.
Pienso que el relato puede dar para eso, no lo dudo. Sin embargo, quiero llamar la atención de cada uno de ustedes sobre la fidelidad. Creo que Alexameno se mantuvo firme, fue fiel a su fe frente a la burla. La fidelidad se puede expresar de muchas maneras: reafirmando la doctrina, asistiendo a la iglesia con frecuencia; podemos ser fieles cuando cumplimos con nuestros aportes económicos (diezmos) o realizamos alguna tarea asignada como dirigir un culto, dar una clase a los niños o compartir un pan con quien no tiene. ¿Somos fieles allí? Probablemente sí. Pero quisiera reflexionar con ustedes sobre la fidelidad que trasciende aquellas cosas específicas que hemos mencionado. Una fidelidad que revela compromiso y entrega, o dicho de otra manera: Fidelidad que Compromete todo.
El evangelio de hoy muestra que fidelidad compromete toda la vida, todo lo que se tiene por la causa de Dios.
Cuenta Marcos 12 (pasaje leído) que Jesús estaba sentado frente al lugar donde presentaban sus ofrendas en el templo. Observaba con detenimiento cómo llegaba la gente y no pocos ricos que traían cantidades de dinero para depositar en las arcas. De pronto, apareció una viuda que presentó dos blancas (un cuadrante). Monedas de ínfimo valor. Entonces, Jesús llamando a sus discípulos les dijo “miren, esta viuda ha dado todo lo que tenía para vivir y no solo las sobras”. La expresión de Jesús invita a replantear lo que entendemos por compromiso o fidelidad con la causa de Dios. Jesús no usa la palabra fidelidad, tan solo pone en evidencia una acción concreta “dar todo lo que se tiene para vivir”.
El cuadro comparativo que muestra pone a los ricos dando mucho dinero pero después de todo lo que ellos han podido pagar. Y podemos imaginar qué cosas. Quizá el mantenimiento de su casa, alimentos, vestido, y lujos que mostrar a la gente. A un lado está la viuda, personaje en situación de abandono en la palestina del siglo I (porque no tiene ya un hombre a lado que la defienda y cubra sus necesidades económicas). Es una mujer que cree en la causa de Dios: va al templo a dar todo lo que tiene para vivir. Jesús señala esto por el valor de su ofrenda.
Por un lado, quienes tienen y cumplen con la fe, dan después de pagar todo lo que necesitan; la causa de Dios parece ser lo último en la lista de lo más importante en sus vidas. Pero quien no tiene (la viuda) es capaz de ofrecerlo todo. Ella es una mujer que a pesar de las limitaciones económicas en su vida (por el sistema) y la actitud de los escribas que habían contribuido a empobrecerla, sigue fiel a sus convicciones.
Líneas arriba del relato de la ofrenda de la viuda (versículos 38 al 40), los escribas, los “expertos” en la ley, son cuestionados severamente por Jesús: su interpretación de la ley no está ayudando a que el pueblo entienda el sentido de la fe. El conocimiento de ellos ha devenido en el orgullo y pretensión sobre su sabiduría. Jesús les dice que están más preocupados por ser reconocidos públicamente que por vivir la fe en lo sencillo o beneficiar a los pobres (se refiere a las viudas). Quiero hacerles notar que este mal parece estar en medio nuestro también hoy. Muchos de nosotros/as creyentes, que decimos tener años en la fe y sabemos mucho de la biblia, todavía no encontramos el verdadero sentido de vivir la fe y ser discípulos y discípulas del maestro. Parece que “¡tenemos oídos y no escuchamos o tenemos ojos y no vemos!”. Y la autocrítica debe empezar por nosotros los pastores/as, los líderes, los directivos y todos nosotros quienes leemos la palabra de Dios aquí y ahora.
Volver a leer este texto hoy debe invitarnos a pensar seriamente sobre nuestro seguimiento a Jesús. Él nos anunció el Reino y nos envió para continuar la misión; sin embargo, no siempre ocupa el primer lugar en nuestras vidas. Hay cosas más importantes para hacer antes que la obra de Dios. No tenemos tiempo, no tenemos recursos…y muchas veces no tenemos energía (entiéndase también “ganas”).
Sí, podemos comprometernos para llevar adelante la obra que Dios ha puesto en nuestras manos; la clave está en ponerla en primer lugar. Lo que puede resultar complicado es desprendernos de todo lo que nos parece importante y decir, ESTOY LISTO PARA DARLO TODO POR LA CAUSA DEL SEÑOR. Podría mostrar con mis acciones que mi FIDELIDAD REALMENTE LO COMPROMETE TODO. No es fácil en un mundo donde nos acostumbran a pensar solo en nosotros: “lo más importante siempre voy a ser yo mismo”.
Hermano, hermana, esta mañana, a través de este pasaje de la biblia Jesús no te está pidiendo tu dinero. No te estamos diciendo que debes incrementar el aporte para que el pastor o pastora viva mejor. No. Vamos a ser claros, Jesús pide tu vida. Una vida que esté al servicio del reino en todo lugar. En la familia, con amor, humildad, sencillez de corazón. En el barrio con sinceridad y amor para compartir todo lo que somos y tenemos. En la comunidad con firmeza frente al abuso, la injusticia y la corrupción. Y recuerda, la fidelidad que compromete todo, implica tu vida, que puede ser sacrificada por causa del Reino. ¿Estás listo/a para todo eso?.
Rev. César Llanco Z.
11 de noviembre del 2018
Vigésimo quinto domingo después de Pentecostés