
En todos los templos metodistas en cualquier parte del mundo y acá en el Perú, encontraremos en el centro, en la parte delantera, un altar. Este altar consiste de una mesa de madera rectangular, cubierta con un mantel blanco o de otro color, según sea el tiempo del calendario litúrgico. Encima está colocada en la parte central una Biblia, y a los costados una vela y un ramos de flores.
Este lugar representa un lugar sagrado que recuerda la costumbre del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento de hacer un lugar especial consagrado para adorar a Dios y ofrecer el sacrificio. Desde Abel en adelante (Gén. 4:2-10; 8:20; 13:8; 22:9; 26:25; 35:1; Ex. 17:15; 20:24; 27:21; … Mal. 2:3), siempre el pueblo de Dios realizaba este acto simbólico de gratitud a Dios.
La mesa recuerda cuando Jesús en la última cena estuvo sentado en una mesa junto con sus discípulos, cenando (Mat. 26:20-29). Por eso cuando se sirve la Santa Cena, los elementos: el pan y el vino se colocan sobre la mesa.
La Biblia al centro, representa que la palabra de Dios está colocada como el centro de todo culto o acto litúrgico. Es la palabra del Señor que inspira nuestras vidas y la vida de la Iglesia o comunidad de fe. Recordamos las palabras del apóstol Pablo a Timoteo (2 Tim. 3: 15-17). La Biblia al centro y abierta simboliza que ella es vigente y es la norma de conducta para la Iglesia o comunidad de fe y tiene una respuesta para toda situación actual.
La vela en un candelabro y su luz hace referencia a las palabras de Jesús cuando dijo a sus discípulos que Él era la luz del mundo (Jn. 8:12) y también cuando les dijo en forma imperativa que eran la luz del mundo (Mt. 5:14-16). Al ser encendida la luz representa que las tinieblas no prevalecerán contra la Iglesia del Señor. La luz es guía para los que están perdidos o viven en tinieblas (Jn 1:5). Según el calendario litúrgico el color de la vela puede variar. Asimismo, en Adviento y Navidad el color de las velas tiene un significado por cada tema que se reflexiona.
Finalmente, las flores representan la ofrenda que la comunidad ofrece al Señor. Es la misma actitud que tuvo Abel para con Dios (Gén. 4:2-10). Además embellece el altar y es una manifestación de que la naturaleza también participa en la celebración del Culto.
Es muy común que el altar es utilizado para estar a solas con Dios, para hablar con Él, para celebrar actos litúrgicos, además del culto.
El altar es parte de la identidad metodista y se mantiene en todo tiempo y lugar, no importando la forma o la naturaleza de su composición, ni el tamaño.